Semilla de otro árbol

A menudo eres abanico que quita otro calor,
brazos de serpiente, carretera de dos carriles.
Y yo depresión sin vicodin, escalera a ninguna parte,
fábula sin moraleja, gasolina en el mar,
hielo derretido, inanición de soberbia.
Y tú como juego de azar clandestino
knokeando mis sueños de media tarde.
Me ves como luna al medio día,
me escuchas como música sin armonía
y te nutres de mis ojos que olvidan.
Y ¿cómo no? Si a menudo te orillas a mi cuerpo
abriendo las puertas de la catedral
ante la multitud arrodillada.
Y es que a menudo respiro de ti
y me siento como Rocinante por el camino correcto,
como sol del desierto.
Pero me vuelvo témpano de hielo
una vez que cruzas el espacio que divide
el Edén del Purgatorio.
Y yo me quedo uva humillada para un vino amargo,
y te recordaré como whisky en el hígado,
te escucharé como xilófono descompuesto,
como yerba venenosa, como zapatista mutilado
y es que a menudo serás
semilla de otro árbol.
Comentarios
Un abrazo muy fuerte por tantos meses de ausencia.
Muá.