Esos días de no decir nada conjugándose con la acumulación de tareas y los post its en el marco del monitor, la cafetera desocupada de café transgénico, los garrafones casi vacíos y los platos de la comida todavía sin lavar, los manuales de ecuación y la ropa repartida por toda la habitación, se vuelven alegría y sonríen hasta las velas, cuando detrás de la puerta y de media ausencia están tus ojos.